lunes, 6 de junio de 2011

Lo mejor de Frank en directo en Las Vegas

Hace cinco años Warner lanzó una caja de verdadero lujo que ofrecía cinco conciertos de Frank Sinatra en Las Vegas (cuatro en audio y uno en vídeo), registrados entre 1961 y 1987 en varios hoteles de la ciudad. Ahora que Universal está reeditando todo el catálogo del Viejo Ojos Azules, ha optado por una inteligente solución para aprovechar aquel material sin volver a lanzar un producto que aún está demasiado presente en su versión anterior.

La opción ha sido hacer un “concierto de conciertos”. Charles Pignone, destacado especialista en Sinatra, ha sido el responsable de reunir 17 cortes (14 canciones) para construir un espectáculo que jamás existió en realidad. Best of Vegas se nutre así de nueve cortes grabados en el hotel Sands (cuatro en 1961 y cinco en 1966), cinco en el Caesars Palace (en 1982) y tres en el Goden Nuggets (1987). La sensación de concierto “real” está muy lograda, con un empalme impecable de los temas, respetando incluso la presentación del artista (tomada del concierto del 61), su monólogo habitual (rescatado del 66) y el instrumental de despedida (del 82).


El disco resultante es un muestrario excelente de Sinatra en directo en una sala de mediano aforo, que eran sus recintos favoritos. A la medida de éstos se ha confeccionado un repertorio de piezas clásicas en la línea “saloon-song” que tanto le gustaban al de Hoboken. Brillan por su ausencia supuestos “imprescindibles” como ‘My way’ o ‘Strangers in the night’, aunque se ha respetado un ‘Theme from New York, New York’ que sólo sirve para poner de relevancia que, por popular que se hiciese esta canción, era con el cancionero tradicional —de Rodgers&Hart, Porter, Gershwin, Cahn&Heusen— con el que brillaba realmente el genuino talento de Francis Albert.

‘The lady is a tramp’, ‘I’ve got you under my skin’, ‘All or nothing at all’, ‘Pennies from heaven’, ‘Witchcraft’, ‘Moonlight in Vermont’ o ‘Fly me to the moon’ son algunos de los cortes seleccionados, además de un monumental ‘Angel eyes’, una de las obras cumbres de Sinatra en cualquier directo, que no resulta menos memorable en la grabación de 1987 de la que se ha extraído. En el ambiente se palpa la familiaridad del artista con su público, y viceversa. En pocos sitios como en Las Vegas se sentía Sinatra tan cómodo a la hora de actuar —quizás en Nueva York, en el Carnegie—, y esa confianza, traducida en intimidad y complicidad, se contagia y se agradece. Emocionante en las baladas, arrollador en los swings.

Junto a un par de fotos inéditas, en ambas con un joven Quincy Jones (a cargo de la orquesta de Count Basie en el 66), el libreto rescata algunas de las notas de Charles Pignone para la caja original.