viernes, 29 de abril de 2011

Sinatra televisivo: el punto flaco de Francis Albert

Por alguna extraña razón Universal presenta este material como “el conjunto completo de especiales de televisión grabados por Frank Sinatra”, aseveración que han repetido sin pudor innumerables medios. Y no deja de resultar chocante cuando el propio sello ya ha reeditado algún que otro especial y sin duda presentará bastantes más. Warner editó en su momento en DVD doce de los quince que grabó La Voz. Sería todo un detalle que por fin pudiésemos disfrutar de todos ellos.

La televisión fue siempre la espina clavada de Francis Albert. Dean Martin se convirtió en uno de los personajes más populares de la televisión estadounidense gracias a su “The Dean Martin show”, que se mantuvo en antena desde 1965 a 1973, reportándole premios y grandes dividendos. Y cuando la audiencia empezó a caer, la NBC constató que el público estaba cansado del formato, no del presentador, así que reciclaron a su estrella en el espacio “The Dean Martin celebrity roast”, que sobrevivió durante once años.

Frente al arrollador triunfo de su amigo y compañero de farras, los intentos de Sinatra por tener su propio espacio televisivo se habían saldado con varios sonoros fracasos. Su primera serie fue, en el fondo, el clavo ardiendo al que se agarró Sinatra para intentar salvar la mala racha que atravesaba a comienzos de los cincuenta, cuando sus ventas cayeron, apenas recibía propuestas de Hollywood y le costaba encontrar escenarios en los que cantar. Pero lo único que consigiuió el de Hoboken con “Meet Frank Sinatra”, rebautizado como “Here’s Frank Sinatra” y finalmente “The Frank Sinatra show”, fue clavar la tapa de su ataúd.


A la CBS le costaba demasiado caro un programa de variedades con numerosos invitados entre cómicos, cantantes y orquestas como para que el índice de audiencia fuese menos de la mitad que el de otros espacios similares de la competencia, como el show de Milton Berle. El programa aguantó en antena desde julio de 1950 hasta abril de 1952.

Para entonces Frank Sinatra estaba alcanzando el punto más duro de su descenso a los infiernos, y aún tendría por delante un difícil camino hasta lograr resurgir y convertirse en el más grande del show business.

En 1957 ya lo había conseguido. Sus discos en Capitol se vendían bien y obtenían excelentes críticas, y no había teatro, casino o sala de actuaciones que no le ofreciese un cheque en blanco por tenerlo en cartel, amén de todos los guiones que tenía sobre la mesa para trabajar en Hollywood.

Fue entonces la cadena ABC le que le propuso protagonizar un nuevo “The Frank Sinatra show”, otro espacio de variedades por el que pasaron invitados de la talla de Bob Hope, Peggy Lee, Kim Novak, Dean Martin, Ella Fitzgerald, Sammy Davis Jr. o Bing Crosby. Los datos de audiencia, sin embargo, llevaron a la cadena a eliminarlo de la parrilla en junio de 1958, nueve meses después de la primera emisión.

El fracaso televisivo de La Voz ha sido siempre una gran incógnita para los biógrafos y estudiosos de un artista que logró triunfar en el resto de las disciplinas en las que se aventuró (incluido como director de orquesta). Algunos argumentan que el estilo de Sinatra era demasiado “cálido” para un medio tan “frío”, dado que el artista se comportaba con sus invitados ante la cámara igual que lo haría en un escenario, con abundantes bromas y un actitud informal y desenfadada.


No obstante, el cantante seguía estando ligado a la ABC por contrato, así que llegó a un acuerdo con los directivos para liquidar éste a través de una serie de programas mejor preparados, más atractivos, apoyados sobre todo en la reunión de una contundente cuadrilla de invitados. Así nació el “The Frank Sinatra timex show”, que conoció cuatro emisiones, entre octubre de 1959 y mayo de 1960. El primero de ellos presentó junto a Sinatra a Bing Crosby, Dean Martin, Mitzi Gaynor, en un espacio realmente divertido, mientras que el último supuso el “recibimiento” a Elvis Presley tras su regreso del servicio militar en Alemania.

Conocido como “It’s nice to go traveling” o “Welcome home Elvis”, Sinatra se empleó a fondo con este programa para aprovechar la ocasión y dejar claro ante millones de telespectadores que Elvis podía ser el rey del rock, pero él seguía siento el gran jefe. Para lograrlo, convocó a parte de su camarilla habitual, entre ellos Sammy Davis Jr., Joey Bishop o su propia hija Nancy Sinatra. Además, vistió a Elvis de esmoquin y le hizo cantar a dúo ‘Wichcraft’ y ‘Love me tender’, con arreglos algo “tramposos” de cara al muchacho de Tupelo. Pero en 1960, Elvis era mucho Elvis. Dean Martin no estuvo presente en aquel programa. Se excusó alegando un compromiso en Atlantic City. En realidad ya había dejado claro que no tenía el menor interés en quedar en ridículo midiendo sus fuerzas con el artista más popular en todo el mundo en aquellos días.



Los especiales

Con aquel momento histórico, su mano a mano con Elvis, Sinatra se despidió de los programas de televisión periódicos. A partir de entonces solo se implicaría en especiales, que grababa cada cierto tiempo, a su medida y antojo, dedicados por completo a la música, sin números cómicos ni otras complicaciones.

El primero de aquellos programas le dio la razón. “A man and his music”, emitido en 1965 por la NBC, obtuvo una audiencia moderada pero unas críticas excelentes, además de dos premios Emmy. Respaldado por su arreglista y director de orquesta de cabecera, Nelson Riddle (más una sección a cargo de Jordon Jenkins, otro habitual), Sinatra repasa algunos de sus clásicos en diversos escenarios, sobrios y elegantes, con una puesta en escena sofisticada que dejaba todo el protagonismo a la música.

El arranque del espacio es ya todo un clásico. Una silueta entra en una sala inmensa en penumbra, los pasos suenan firmes. Llega hasta una banqueta, se sienta, y en ese momento orquesta y cantante arrancan con ‘I’ve got you under my skin’ al tiempo que se encienden los focos. A partir de ahí, un verdadero festín. ‘I get a kick out of you’, ‘My kind of town’, ‘Come fly with me’, ‘The lady is a tramp’, ‘I’ve got the world on a string’, ‘Witchcraft’, ‘You make me feel so young’… Sinatra se siente cómodo, joven, y aunque esté a punto de cumplir los cincuenta destila el mismo entusiasmo que cuando arrastraba legiones de jovencitas veinticinco años atrás.

En ocho meses, julio del 66, la CBS programó un nuevo especial, “A man and his music, Part II”, en el que el cantante seguía mostrándose pletórico y rebosante de energía, aunque más relajado en lo que a interpretación y repertorio se refiere. Éste fue uno de los especiales que Sinatra quiso aprovechar para enganchar nuevos oyentes, parte de ese público joven que renegaba de él por ser el artista favorito de la generación anterior. Así que invitó a su hija Nancy, la dejó cantar un par de temas y después se marcaron varios duetos juntos que, aunque simpáticos, sólo ponían de manifiesto el evidente salto generacional. No obstante, hay momentos memorables, como las vibrantes revisiones de ‘Luck be a lady’, y ‘That’s life’, o el magistral intimismo alcanzado con el medley ‘Angel eyes’/‘Put your dreams away’.

Siendo notable esta segunda entrega, el tercer especial, emitido en noviembre de 1967, volvió a elevar la marca a la altura del primer espacio. “A Man and his music + Ella + Jobim” presentó en pantalla a Sinatra junto a la cantante Ella Fitzgerald y al cantante y guitarrista Antonio Carlos Jobim, nuevamente con Nelson Riddle a cargo de la orquesta. Es el más jazzístico de los especiales televisivos, con un Sinatra en plenas facultades y diversos temas a cargo de cada uno en solitario además de varios duetos. La hora de metraje atesora bastantes momentos impagables, como la rendición de Frank al clásico negro ‘Ol’ man river’, ese ‘The girl from Ipanema’ junto a Jobim o el tour-de-force final con la Fitzgerald de la mano de ‘The lady is a tramp’.


Estos tres especiales, los que ahora reedita Universal, son con diferencia los mejores que grabó Sinatra, sobre todo si se comparan con la siguiente entrega, “Francis Albert Sinatra does his thing”, de 1968. Éste fue el más evidente de esos intentos por conectar con el público joven, para lo que el artista no dudó en salirse de su lista de invitados habituales y convocar a dos nombres fuertes del momento como eran Diahann y The 5th Dimension. Cabe destacar como anécdota que cuando Sinatra recibió la noticia, pocos días antes de la grabación final, de que se habían ultimado los trámites de su divorcio con Mia Farrow, se deprimió tanto que canceló la sesión; lo que el público vio el 25 de noviembre en la cadena CBS era en realidad una grabación del ensayo de vestuario.

Mucho más austero y lacónico resultó, en 1969, Sinatra, que contrasta radicalmente con el especial de 1965 al ofrecer apenas un par de temas con cierto swing. Gracias a eso el programa resulta más honesto y emocionante, porque deja entrever la preocupación y el hastío del cantante ante el paso de los años y la pérdida de un lugar prominente en la industria musical. No es de extrañar que poco después anunciase su retirada.

Pero habría tiempo antes para un primer especial en directo, grabado en 1970 durante un concierto en Londres, Live at Royal Festival Hall. La BBC fue quien retransmitió el evento, que contó como presentadora estelar con la princesa Grace de Mónaco (otrora Grace Kelly) compañera de reparto de Sinatra en la película Alta Sociedad. En este recital Siantra se presenta correcto, sin alardes excesivos ni riesgos innecesarios, pero dejando de manifiesto su magnífico control de la voz, la respiración, el fraseo, la distancia con el micrófono… en definitiva, sus muchos años de experiencia en el escenario.

Del Madison a la leyenda

Tras anunciar su retiro el 13 de junio 1971, apenas dos años después volvía a estar en activo. El aireado regreso se saldó con dos especiales muy diversos. El primero, en 1973, presentaba a un Sinatra al que por primera vez se le veía realmente mayor, con un peluquín infame y algunos kilos de más. Tampoco estaba en su mejor momento vocal, y la revisión de algunos clásicos dejaba que desear. Sin embargo, tal vez por la ilusión del nuevo comienzo, lograba hacer brillar dos de sus éxitos más recientes, ‘Let me try again’ y ‘Send in the clowns’. Lo mejor de este especial, no obstante, es la química que destila junto al invitado de excepción Gene Kelly, quien se marca un baile al más puro estilo de la vieja escuela mientras Sinatra entona ‘Nice and easy’.

El regreso se remataría en 1974 con “The main event”, la emisión televisiva de uno de los conciertos que Frank Sinatra ofreció en el neoyorquino Madison Square Garden. Este espectáculo, que también quedó plasmado en un álbum, es otro de los puntos de inflexión de la carrera del artista. Bajo los focos de la catedral del boxeo, escenario de incontables veladas musicales, Frank Sinatra era investido mito popular estadounidense entre aplausos y vítores de un público entusiasmado. El célebre artista se convertía en mito. A pesar de la pobre labor de edición, el especial televisivo logra trasmitir parte de esa euforia alrededor de aquel hombre solo sobre el cuadrilátero, que con razón entona con energía adolescente el grito de ‘That’s life’. “Jamás había sentido tanto amor en una sala en toda mi vida”, confiesa entre temas un Sinatra abrumado por la emoción. Es asombroso ver cómo consigue poner a bailar a medio aforo con su arrolladora versión de ‘Bad, bad Leroy Brown’, y sumir el ambiente a continuación en el intimismo más emotivo a través de una de sus “saloon songs” más notables, ‘Angel eyes’.


1977 y 1980 fueron los años de dos programas con mucho más atractivo para los mitómanos que para los melómanos. El interés de “Sinatra and friends” y “Sinatra: The first 40 years” radica principalmente en la reunión de innumerables estrellas alrededor del protagonista, con interpretaciones que no pasan de correctas y puestas en escena sin el más mínimo atractivo.

“The man and his music”, en 1981, fue un intento de recuperar el pulso de los especiales originales, apostando plenamente por la música y dejando a un lado duetos, bailes y experimentos con gaseosa. Nada menos que Count Basie y su orquesta acompañan a Sinatra en esta ocasión. Sin embargo, resulta demasiado artificial, apenas queda nada de la frescura y espontaneidad de 1965. Sinatra y Basie hacen bien su trabajo, pero la realización es incapaz de actualizar una propuesta que hubiese resultado notable veinte años atrás. Salva la apuesta el guitarrista Tony Mottola, que da la oportunidad a Sinatra de entonar dos versiones notables de ‘The girl from Ipanema’ y ‘I get a kick out of you’.

El cantante protagonizaría dos especiales más durante los ochenta, ambos, grabaciones en directo emitidas por Showtime. El primero de ellos, “Concert for the Americas”, fue un concierto de 1982 celebrado en República Dominicana, que contó con el lujo de la orquesta de Buddy Rich. El extraordinario baterista se marca un par de solos a la altura de su leyenda, mientras Sinatra ofrece una de sus últimas grandes interpretaciones, con un repertorio bastante equilibrado entre clásicos de todas sus etapas, incluyendo esa canción que tanto odiaba y que definía como “un verdadero pedazo de mierda”: ‘Strangers in the night’.

Los años finales

En 1988, un septuagenario Frank Sinatra tenía la imperiosa necesidad de sentirse joven. Para conseguirlo decidió llevar adelante lo que todos le advertían que era una locura. En los días de Michael Jackson, Madona y la Mtv, decidió reunir a sus amigos del Rat Pack, Dean Martin y Sammy Davis Jr., para recorrer el país llevando a las grandes audiencias un espectáculo similar al que solían ofrecer en Las Vegas treinta años atrás. Y contra todo pronóstico, se agotaron casi todas las entradas para “The comeback tour” antes de que llegaran a ofrecer el primer show.

Showtime tenía previsto filmar uno de los conciertos para su posterior emisión cuando, a los pocos días del comienzo de la gira, un Dean Martin agotado y desencantado decidió abandonar para volver a sus tradicionales espectáculos en hoteles y casinos. Ante la imposibilidad de cancelar, Frank y Sammy ficharon a Liza Minelli y rebautizaron la gira como “The ultimate event”. Se grabaron varios conciertos en Detroit, a finales de 1988, y la edición con lo mejor de cada uno fue lo que finalmente se emitió en mayo del 89. Sammy abría el programa, demostrando que seguía siendo el artista más completo y perfeccionista del show business estadounidense, seguido por Liza y finalmente Frank. Y tras las secciones individuales, llegaba el divertido cierre a cargo de los tres. Estaban viejos, pero aún resultaban irresistibles.


En 1990 y 1995 respectivamente se prepararon dos nuevos especiales: “Sinatra 75: The best Is yet to come” y “Sinatra: 80 years my way”. El primero era un refrito de imágenes de archivo, algunas entrevistas y reciente material en directo, mientras que el segundo fue un multitudinario homenaje, con la presencia de talentos de la talla de Bob Dylan, Bruce Springsteen, Ray Charles, Bono, Little Richard o Tony Bennett, entre otros; el tipo de programas que Sinatra nunca quiso porque eran sinónimo de despedida inevitable.

Entre ambos espacios, en 1994 la CBS combinó cortes de duetos televisivos de los 50 y 60 con algunos vídeos musicales del disco más reciente y popular del cantante, para confeccionar el programa especial “Sinatra duets”, que no era más que un vehículo promocional del álbum homónimo que había devuelto al italoamericano a lo más alto de las listas a comienzo de los años noventa.

Sinatra moriría poco después, el 14 de mayo de 1998, ¿satisfecho tras aquel triunfo final?Después de todo, cuando ya nadie lo creía capaz de remontar vuelo, había tenido la oportunidad de demostrar a la generación de sus nietos quién había sido y sería por siempre “el jefe del cotarro”.

lunes, 25 de abril de 2011

El descanso del guerrero

Foto de John Dominis (Time&Life Pictures), tomada el 1 de enero de 1964.

Singular instantánea de un Sinatra extasiado, abandonado al placer de un sandwich reparador en la nueva cocina de su mansión de Palm Springs. Al parecer, las obras costaron alrededor de cien mil dólares.

miércoles, 20 de abril de 2011

The Dean Martin Show: James Stewart

Tras algunas experiencias puntuales en años anteriores, Dean Martin entró de lleno en el mundo televisivo en 1965. The Dean Martin Show, conocido también como The Dean Martin Comedy Hour, se mantuvo en antena en la NBC hasta 1973, convirtiéndose en uno de los programas más populares de la televisión estadounidense, que le valió a Dino en un par de ocasiones el título de Hombre del Año. Dirigido por Greg Garrison, el programa fue el mejor escenario para ver a Dino en su salsa. Aquel decorado que simulaba un apartamento de soltero, con su piano, sofá, mueble bar… permitía al cantante mostrarse más natural, relajado, risueño que nunca. Y así, como en casa, es como se sentían también su público.


Por el show de Dean Martin pasaron un sinfín de artistas invitados -actores, cantantes, cómicos, bailarines...- algunos para cantar, otros para protagonizar episodios cómicos. En cualquier caso, salta a la vista que todos lo pasaban en grande. Si bien Sinatra nunca logró cuajar en televisión, Dean Martin consiguió, con ese estilo desenfadado, “perfectamente imperfecto”, como lo definiría Garrison, convertirse en un referente de la historia televisiva.

Empiezo el repaso por algunos de los grandes momentos del programa con tres de las apariciones de James Stewart, en las que demuestra sus notables dotes para la comedia. Es una delicia ver a estos dos tipos en escena, haciendo lo que mejor se les daba: entretener al respetable.

Vídeo 1: Jimmy lamenta que nunca ha hecho televisión y Dino le ofrece ser la estrella de la noche. Así que se retira y nos deja con The James Stewart Show. El actor bromea al imitar algunos gestos y acciones de Dean, como subirse al piano o sus coqueteos con Ken Lane, su pianista. También se pega unos cantes impagables.



Vídeo 2: En esta ocasión, Jimmy le pide a Dino, al igual que cantó anteriormente, que le permita ofrecer algunas de sus imitaciones. “¡Magníficas!”, responde un Dean horrorizado ante cada una de ellas (James Cagney, Ed Sullivan y Bette Davis). Lo mejor es cuando, al final, el actor dice: “Hago muchas otras, pero tengo que perfeccionarlas”.



Vídeo 3: Mi favorito, magistral. Un sketch en el que representan a dos sujetos que llegan a sendas cabinas telefónicas, pero antes de llamar, suenan los teléfonos. En uno está Martha y en otro su marido, Henry. Habían quedado allí pero ninguno pudo acudir. Dean y Jimmy hacen de intermediarios en la conversación hasta extremos delirantes. No os perdáis las reacciones de Dino y la interpretación de Jimmy. Aunque no controléis el inglés, la conversación es bastante deducible. Un gag Memorable.

lunes, 18 de abril de 2011

Una pequeña joya: The Rat Pack at Lake Tahoe

Celebremos esta Semana Santa, a tan sólo un par de días de agarrar ese puente que pinta tan bien, con una verdadera joya con la que me he topado recienteme. Se trata de un concierto del Frank, Dean y Sammy en 1963 (el 9 de mayo), en el Cal Neva Lodge Hotel and Casino, en Lago Tahoe, Nevada. El emplazamiento tiene su importancia dado que se trata del complejo que llegó a dirigir el propio Sinatra, y al que solían acudir muchos amigos del show business.
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No se conserva el espectáculo completo, dado que falta toda la sección de Sammy, al que sólo se puede escuchar charlando durante el monólogo habitual y bailando mientras Frank canta ‘The lady is a tramp’. En el último corte, los chicos animan a subir al escenario a Judy Garland, que se encuentra entre el público, y que acaba sumándose a Frank y Dino en una singular improvisación de ‘The birth of the blues’.

La calidad del audio resulta bastante aceptable en la mayoría de los cortes. Además, el valor histórico de la grabación hace que cualquir ruido resulta insignificante.

Espero que lo disfrutéis, y en breve espero hacer un alto con más calma en la historia del Cal Neva Lodge, donde, entre otras historias curiosas, Marilyn Monroe pasó su último fin de semana antes de morir.


The Rat Pack at Lake Tahoe (9 de mayo de 1963)
Orquesta de Antonio Morelli dirigida por Bill Miller
Pianistas: Ken Lane para Dean Martin; Bill Miller para Frank Sinatra
Invitada especial: Judy Garland
Duración: 64:11

Advertencia: El aficionado que ha compartido esta grabación -al que estamos profundamnete agradecidos- cometió un error en la numeración de las canciones. A continuación, junto al número del track que encontraréis en el archivo, anoto entre paréntesis el número de orden correcto. Las siglas corresponden al artista o artsitas de ese corte.

1. (6) DM - I Don't Care If The Sun Won't Shine / I Love Tahoe / Monologue
2. (7) DM - June In January
3. (8)DM - Via Veneto
4. (9) DM - Volare / On An Evening In Roma
5. (10) FS - I Only Have Eyes For You / Call Me Irresponsible / Monologue
6. (11) FS - Please Be Kind
7. (1) FS - Luck Be A Lady
8. (2) FS DM SD - Monologue
9. (3) FS - The Lady Is A Tramp
10. (4) FS DM - Guys And Dolls
11. (5) FS DM - The Oldest Established
12. (12) FS DM JG - The Birth Of The Blues


viernes, 15 de abril de 2011

Mr. Bojangles, la canción abanderada de Sammy

El cantante de country Jerry Jeff Walker escribió la canción 'Mr. Bojangles' en 1968 inspirado por un encuentro con un artista callejero en la prisión de Nueva Orleans. Al contrario de lo que suele pensarse, el tema no se refiere al popular bailarín Bill Bojangles Robinson, ni tampoco al músico de blues Babe Stovall, como se ha apuntado en ocasiones. De hecho, el sujeto en cuestión era blanco.

Según explicó Walker en su autobiografía, Gypsy Songman, el 4 de julio de 1965 se cometió un crimen en Nueva Orleans que llevó a la policía a practicar numerosos arrestos entre los vagabundos. Walker ya estaba entre rejas previamente por una borrachera, y así fue como coincidió con el cantante y bailarín callejero, de avanzada edad. El hombre comenzó a evocar historias sobre su vida, entre ellas la de la muerte de su perro tras pasar muchos años junto a él. Entonces, cuando la conversación se tornó triste, otro preso le pidió que animase el ambiente bailando un poco. Así lo hizo, y fue entonces cuando Jerry Jeff Walker descrubrió que aquel hombre, como todos los reclusos, tenía su propio apodo: Mr. Bojangles.

Tres años después de la edición original, la canción entró en el Top 10 estadounidense gracias a una enérgica versión registrada por la Nitty Gritty Dirt Band. Otros muchos artistas han grabado el tema a lo largo de los años, pero nadie ha alcanzado el grado de identificación y carga emotiva como el que le otorgaba Sammy Davis Jr. cuando la interpretaba. Cualquier grabación en directo del tema a lo largo de los años 70 u 80 es pura magia. Sammy despliega todo su talento interpretativo en el escenario y deja de manifiesto que además de un gran cantante, podía ser un consumado actor. Su coreografía habitual subraya una dramática narración que acabó convirtiéndose en una de las canciones de cabecera del artista.



Mr. Bojangles 
(Jerry Jeff Walker)
Grabada en 1972. 
Incluida en el álbum Portrait of Sammy Davis Jr., editado por MGM.
El primer vídeo corresponde a una actuación de comienzos de los años setenta, aunque es el segundo el realmente emocionante, grabado en Chicago en julio de 1989, unos diez meses antes de su muerte, con un Sammy aún capaz de actuaciones así de estremecedoras.


Señor Bojangles

Conocí a un hombre, Bojangles,
que bailaría para ti,
con zapatos gastados.

Pelo plateado, camisa raída
y pantalones holgados.
Se calzaría aquellos zapatos viejos...

Saltaría tan alto, saltaría tan alto.
Para volver a caer con elegancia.

¡Señor Bojangles,
señor Bojangles,
baile!

Lo conocí en una celda, en Nueva Orleans.
Yo estaba completamente abatido.
Me observó con la mirada de la experiencia
y habló con conocimiento.
Habló sobre la vida, habló sobre la vida.
Y riendo, adelantó la pierna para dar un paso.

¡Señor Bojangles,
señor Bojangles,
baile!

Dijo su nombre, "Bojangles",
y bailó con agilidad
por toda la celda.

Se agarró los pantalones para tener más soltura.
Oh, saltó tan alto
y golpeó sus talones.

Dejó escapar una risa, dejó escapar una risa.
Meneó sus ropas por todos lados.

¡Señor Bojangles,
señor Bojangles,
baile!
¡Sí, baile!

Bailaba por todos esos espectáculos de variedades y ferias de campo
por todo el Sur.
Habló con lágrimas de cómo,
en cincuenta años, su perro y él
habían viajado por todas ellas.

Su perro se murió de repente, se murió de repente,
y después de veinte años,
todavía llora por él.

¡Señor Bojangles,
señor Bojangles,
baile!

Decía: “Bailo ahora en los tugurios a cada oportunidad
por bebida y propinas.
Pero la mayor parte del tiempo lo paso tras las rejas
porque bebo un poco”.

Sacudió su cabeza y... ¡Oh, Señor, sacudió su cabeza!
Oí a alguien pedirle,
“Por favor, por favor...

¡Señor Bojangles!
-lo llamó "señor Bojangles"-,
¡Señor Bojangles!
Por favor, vuelva y baile.
¡Baile!

¡Señor Bojangles, vuelva y baile!”

jueves, 14 de abril de 2011

Ain't that a kick in the head, Dino en estado puro

Esta canción de Dean Martin es otra de las más representativas del estilo Rat Pack. No en vano fue compuesta y grabada específicamente para la película La cuadrilla de los once, con la que dio comienzo la leyenda de los chicos en Las Vegas.

Es todo un misterio que siendo una canción tan jovial y desenfadada, que ha llegado a convertirse en una de las más populares de la discografía de Dino, no engrosó sin embargo jamás su repertorio en directo, o al menos no ha quedado constancia grabada o documental de que así ocurriera. Que yo sepa, sólo existen dos versiones, la que aparece en la película y el single que se lanzó para apoyar el estreno. La grabación de estudio es más poderosa, aunque cinematográfica, más relajada, tiene el gracejo inherente a cualquier interpretación de Dino en directo. Aquí podéis disfrutar de ambas.


La canción recurre a un lenguaje bastante coloquial, por ejemplo en el uso de términos como guy o fella, sinónimos de tipo, sujeto o colega. Por otro lado, el título, que literalmente significa "¿No es una patada en la cabeza?", se emplea aquí como frase slang que hace referencia a un gran evento, algo emocionante, importante. Si echásemos mano de una expresión coloquial en castellano, el equivalente bien podría ser "¿No es algo cojonudo?", pero en honor a la elegancia de la que pretende hacer gala este blog, refinaremos sutilmente esa traducción. Eso sí, destacaremos el hecho de que, tras el estreno de la película, esta expresión se popularizó en Estados Unidos y pasó a formar parte del vocabulario habitual.

Ain't that a kick in the head
(Letra de Sammy Cahn y Jimmy Van Heusen)
Grabado el 10 de mayo de 1960 (toma 6), con la orquesta de Nelson Riddle.
Publicado como sencillo por Capitol Records el 8 de agosto de 1960.


¿Cómo de feliz puede ser un tipo?
La besé y ella me besó.
Como dijo un colega:
"¿No es algo fantástico?"

La habitación estaba completamente a oscuras,
La abracé y ella me abrazó.
Citando textualmente a aquel marinero:
"¿No es algo fantástico?"

Mi cabeza sigue dando vueltas.
Me fui a dormir y sigo sonriendo.
Si esto es sólo el comienzo,
Mi vida va a ser hermosa.

Brillo lo suficiente como para iluminar.
Es justo lo que dijo el colega.
Dime, rápido,
¿No es algo fantástico?

Como dijo el colega:
"¿No es algo fantástico?"
Citando al marinero:
"¿No es algo fantástico?"

Mi cabeza sigue dando vueltas.
Me fui a dormir y sigo sonriendo.
Si esto es sólo el comienzo,
Mi vida va a ser hermosa.

Ella me dice que vamos a casarnos
Ella ha escogido la cama de mayor tamaño
Si me sintiera mejor me pondría enfermo.

Dime, rápido,
¿No es algo…?
Dime, rápido,
¿No es algo fantástico?

viernes, 8 de abril de 2011

Tres ratas en el camerino: vistiéndose para la acción

Cuando actuaban en Las Vegas, ya fuese en el Hotel Sands en los días dorados del Rat Pack (1957-1963), o en cualquiera de los otros en años posteriores, los chicos solían seguir una rutina antes de salir al escenario, especialmente Frank y Dino. Tras una noche de fiesta y la correspondiente mañana de sueño, almorzaban bien, se relajaban un poco y pasaban por una buena sesión de sauna (tema aparte del que ya hablaremos con más calma). Concluída ésta, llegaba el momento de acicalarse para el show.


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En ese tema Sinatra era muy estricto. No soportaba que la gente no supiese ir vestida correctamente para cada ocasión. Le molestaban por igual el hombre que acudía a una cena sin su esmoquin de rigor como el que se vestía con él para asistir a un espectáculo con el que no encajaba ese vestuario; y por supuesto, jamás había que llevar un esmoquin en domingo.

Tras tomar una reconfortante ducha, ya en la habitación del hotel, volvían a embutirse en un albornoz, y mientras un miembro de su “camarilla” les preparaba el atuendo, ellos paladeaban un whisky y fumaban un par de cigarrillos. Shirley MacLaine asistió, como “mascota” del Rat Pack, a varios de aquellos ceremoniales, y se quedaba verdaderamente perpleja de que unos hombres pudiesen cuidar de forma tan pulcra y detallista su aspecto. Al final, el gusto por la elegancia se convertiría en otra de las señas de identidad del grupo.


Lo principal era no tener nunca prisas, y por eso empezaban siempre a vestirse con bastante antelación. Ante todo, el afeitado, cada cual a su estilo: navaja en el caso de Frank, maquinilla eléctrica en el de Dean y cuchilla en el de Sammy. Después, la colonia, que corría a raudales entre los artistas casi tanto como el alcohol; Agua Lavanda para Frank, Woodhue de Fabergé para Dean (aunque solía bromear en el escenario mojando sus dedos en el vaso de whisky y dándose con éstos tras las orejas) y una contundente combinación de Lactopine, Hermes y Au Savage para Sammy.

En el momento de vestirse, como cualquier mortal, todo empezaba por la ropa interior. Blanca, inmaculada, planchada. Las camisas eran siempre nuevas, también blancas, almidonadas. El traje, bien aireado tras ser planchado específicamente para cada ocasión, había sido bien seleccionado según el momento. De igual modo se hacía con el tipo, color y material de la corbata o la pajarita, seda siempre, a escoger entre una amplia variedad cuidadosamente doblada en los cajones de un arcón de viaje.


En otro de los cajones se guardaban los pañuelos para el bolsillo de la chaqueta, si la ocasión lo requería (siempre rojo para el esmoquin). Sulka y Turnbull & Asser eran las marcas preferidas para ambos tipos de complementos, hasta que Sinatra lanzó su propia colección de corbatas. “Nunca he conocido a una mujer que pudiese elegir una corbata de mi gusto”, comentaría el cantante. No era cierto, Nancy Barbato lo conseguía.

Frank y Dean eran muy especiales para los colores, Sinatra sobre todo, hasta el punto de llamar la atención a la gente en medio de una fiesta. Lo más imperdonable era llevar un traje marrón por la noche. Para ese momento, siempre negro. Tal vez azul, si era un azul “medianoche” o, si no había más remedio, un gris oscuro. En 1965, Frank y Dean acudieron juntos al popular programa The Tonight Show, presentado por Johnny Carson. Durante la emisión en directo, la pareja, embutida en sus elegantes esmóquines negros, interrumpió el guión previsto para recriminar al presentador, los invitados (Joey Bishop entre ellos) y la banda de música que fuesen vestidos con trajes grises. “Se supone que esto es un programa de media noche, ¿no? –comentó Frank- ¿Qué diablos hacéis vestidos así?”

Durante el día, por el contrario, apostaban los colores arriesgados y alegres, como el naranja (el color favorito de Sinatra) o el verde, siempre combinados con buen gusto. Frank, por ejemplo, odiaba por lo general que alguien gastase calcetines blancos con zapatos negros y pantalón gris, pero Dean lo hacía, aunque con tal clase que llegó a convertirse en referente estilístico del Rat Pack.

Él fue el primero del grupo en requerir los servicios del sastre Sy Devore, al que conoció en sus días junto a Jerry. Frank y los chicos le llamaban “El custodio de los trajes reales”, y por ello estuvo en Las Vegas durante las dos semanas de enero de 1960 en las que se forjó la leyenda del Rat Pack, durante el rodaje de La cuadrilla de los once, de igual modo que los acompañaría más tarde en otros lugares, siempre atento para cuidar que cada uno de los ternos estuviese perfecto antes de cada función.

Cada miembro del grupo quería un corte determinado, y Devore se encargaba de ofrecérselo. Una de las características de aquellos trajes que marcó moda era permitir que los puños de las camisas se viesen más de lo habitual, una preferencia impuesta por Dean. Tras popularizarse su trabajo con el Rat Pack, Devore llegaría a tener clientes como Elvis Presley, cuya manifiesta devoción por Dean Martin le llevó a intentar imitarlo incluso en su forma de vestir. En cuanto a Frank, llegó a asociarse con Sy Devore, y a mediados de los sesenta su guardarropa contaba con más de 150 trajes. Poco después dejó al sastre de Beverly Hills para decantarse por el corte inglés de Carroll & Co., Dunhill y otros maestros de Savile Row.

Ya vestidos y calados sus zapatos, relucientes como espejos, había que llenar los bolsillos. “Siempre me han gustado los bolsillos –dijo Frank en una ocasión-. Cada cosa tiene su pequeño hogar, limpio y ordenado”. El pañuelo de lino blanco en el interior de la chaqueta. Pequeños caramelos de menta en el bolsillo izquierdo, junto a algunos pañuelos de papel. Algunos Camels sueltos en el derecho. En el pantalón, un clip con un fajo de billetes nuevos, ninguno menor de cien.


En cuanto a las joyas, Sammy era el que más lucía. Con el paso de los años llegó a tener sus dedos repletos de anillos, además de varias cadenas de oro. Por su parte, Dean sólo llevaba una esclava en la muñeca. A Frank no le gustaba nada de ese detalle. En cierta ocasión le regalaron una como la de Dean, con sus iniciales grabadas, pero nunca se la puso: “No necesito una cadena con mi nombre. Sé muy bien quién soy”. Lo que sí solía llevar era un anillo en el dedo meñique. Dean y él se hicieron diseñar uno que se regalaron mutuamente, como símbolo de hermandad. Dean nunca se lo quitaba, pero Frank lo alternaba con uno de la familia Sinatra y otro que sellaba su relación con el mafioso Sam Giancana. Para la camisa, los gemelos de casi todos eran comprados a Swifty Morgan, un joyero de Florida. Una vez listos, Frank y Dean se miraban el uno al otro para revisar traje y complementos. Si todo estaba en orden, era el momento de apurar las copas, salir de la habitación y poner rumbo al escenario.